
Aprovechando el lanzamiento de Metal Gear Solid Delta: Snake Eater, repasamos los motivos que llevaron a Hideo Kojima a abandonar tanto a Konami como a Metal Gear.
Con el inminente lanzamiento de Metal Gear Solid Delta: Snake Eater el 28 de agosto, vuelve a ponerse sobre la mesa una de las grandes preguntas no solo de la saga, sino también del propio sector: ¿por qué Hideo Kojima se fue de Konami y abandonó Metal Gear? La ruptura entre el célebre creativo nipón y la compañía fue uno de los conflictos más sonados en la historia del videojuego, marcada por disputas internas, cambios de rumbo empresariales y un desenlace que, diez años después, sigue generando debate.
Qué pasó realmente entre Kojima y Konami y cómo afectó a la saga Metal Gear
El desarrollo de Metal Gear Solid V: The Phantom Pain (2015) fue el inicio visible de las tensiones entre Hideo Kojima y Konami, compañía en la que llevaba trabajando desde 1986. Este proyecto se convirtió en uno de los más caros y ambiciosos de la historia de Konami, con retrasos constantes y una exigencia creativa que chocaba con la nueva dirección de la compañía. Mientras que Kojima apostaba por elevar la saga a un nuevo nivel narrativo y tecnológico, Konami comenzó a pivotar hacia una estrategia más orientada hacia los juegos de móviles y las máquinas de pachinko (pachislots), sectores más rentables y de menor riesgo. Es decir, para la nueva Konami, Metal Gear Solid V era un despilfarro de tiempo y recursos.
La ruptura se hizo patente en 2015, cuando se anunció la cancelación de Silent Hills, un título muy esperado que había generado expectación mundial tras el arrollador éxito de la demo jugable P.T. lanzada en 2014 y desarrollada por Kojima Productions. Poco después, este estudio creado ex profeso por Hideo Kojima dentro de Konami para encargarse de la saga Metal Gear —y que también desarrolló el Fox Engine— fue absorbido y después desmantelado internamente.
En este período tan convulso, surgieron historias rocambolescas en las que el equipo estuvo trabajando bajo fuertes restricciones, y sus empleados fueron derivados a puestos de trabajo que no tenían nada que ver con sus aptitudes y cualificaciones. El escándalo llegó a su punto álgido cuando Konami borró el nombre de Kojima de la carátula de Metal Gear Solid V y limitó sus apariciones públicas, algo que sorprendió a la comunidad y confirmó las sospechas de un enfrentamiento irreconciliable entre el creativo y la compañía.
El desenlace llegó a finales de ese mismo año: Hideo Kojima abandonaba oficialmente Konami después de casi tres décadas en la empresa. Poco después fundó un nuevo estudio independiente, también llamado Kojima Productions, y firmó una alianza con Sony para desarrollar Death Stranding (2019). Por su parte, Konami intentó continuar la saga sin su creador con Metal Gear Survive (2018), un spin-off simplemente correcto que levantó muchas ampollas entre la comunidad por la marcha de Kojima, y que evidenció la dificultad de prolongar el legado de la franquicia sin su principal arquitecto.
El rumbo reciente de Konami sin Kojima: la compañía apacigua a sus fans trayendo de vuelta a Silent Hill y Metal Gear
Con el paso de los años, Konami ha ido rehabilitando su imagen pública paulatinamente mediante actos de buena fe. El remake de Silent Hill 2 (2024) a cargo de Bloober Team —y el anuncio de un futuro remake del primer juego creado por el mismo estudio— abrió la puerta a una nueva etapa más optimista para los fans de sus sagas clásicas.
A ello hay que sumar el lanzamiento de Metal Gear Solid: Master Collection Vol. 1 (2023) y el inminente estreno de Metal Gear Solid Delta: Snake Eater (2025), que ha cosechado críticas muy positivas tanto en esta casa —lo puntuamos con un 8,7/10— como en Metacritic —donde oscila alrededor del 85/100. La nueva estrategia de Konami de traer al presente varias de sus sagas más emblemáticas ha permitido a la compañía reconciliarse en parte con los fans, además de volver a poner en boca de todos a dos de sus franquicias más queridas.
En resumen, la salida de Kojima se debió a una combinación de diferencias creativas, el cambio de rumbo de Konami hacia otros modelos de negocio y una ruptura personal que se hizo pública de forma insólita. Este inesperado conflicto no solo marcó el final de una de las relaciones profesionales consideradas más sólidas y fructíferas de la industria, sino que también quedó grabado a fuego en las mentes de miles de jugadores como uno de los mayores choques entre un autor y una compañía en la historia del medio.